Esta habitación no
nuestra
Descoloridos destellos
de trémula luz de vela,
que en su exangüe declinar
raptores son del fulgor
de tus valles y praderas.
Deslumbrantes verdes ojos,
de mi firmamento estrellas.
Viejas sábanas baldías
carcomidas de aspereza,
cuyos desabridos pliegos,
acariciantes no más,
mi gastada piel resecan.
Ubérrimos labios acuosos,
humedales de mis tierras.
Desidiosamente fría
esta habitación no nuestra,
inmérita de albergarte
quien de forma imperturbable
desatiende tu presencia.
Cálidas manos que al tacto
sanan mis muchas dolencias.